Reparto
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Alab Mirasol Ayroso no es ajena a la lucha. Crecer en Filipinas, un país azotado por los tifones y marcado por profundas injusticias de tierra, hizo que el activismo no fuera una elección, sino una necesidad.
Hija de activistas por los derechos sobre la tierra, la vida de Alab dio un giro desgarrador cuando su padre se convirtió en víctima de una desaparición forzada, un recordatorio brutal de las tácticas de silenciamiento empleadas contra quienes se atreven a resistir.
Sin embargo, lejos de dejarse vencer por el miedo, Alab canaliza su dolor en acción, luchando por la justicia climática y por los derechos de quienes más sufren sus consecuencias.
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Clare y Joan son dos hermanas de Uganda, unidas por su compromiso con el cambio social a través de la defensa de derechos y el arte.
Son defensoras apasionadas del empoderamiento de las mujeres y la justicia climática, creyendo que cuando las mujeres son educadas y tienen voz, se convierten en poderosas agentes de cambio.
En Uganda, donde la agricultura es fundamental para los medios de vida, consideran que la lucha por la justicia climática está profundamente vinculada con la igualdad de género, con mujeres empoderadas en el centro de las soluciones sostenibles.
Como artistas, utilizan su talento para crear conciencia sobre cuestiones sociales urgentes en África, como la descolonización, los derechos de las mujeres y el patriarcado.
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Para Yusuf Baluch, la lucha por la justicia climática es una lucha por la supervivencia. Proveniente de Baluchistán, una región ocupada entre Pakistán e Irán, ha sido testigo directo del impacto devastador del cambio climático: de niño, perdió su hogar a causa de las inundaciones.
Pero no fue un desastre natural, sino provocado por el ser humano —resultado de la explotación y la destrucción ambiental. Su pueblo está siendo desplazado, sus voces silenciadas y sus derechos ignorados.
Los activistas son amenazados, secuestrados e incluso asesinados. Aun así, Yusuf elige resistir.
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Para Awex Mejía Cipriano, una mujer K’iche’ - Sakapulteka, la lucha por la justicia es profundamente personal. Crecer en los territorios indígenas de Guatemala le permitió ver de primera mano cómo la agricultura industrial está destruyendo las formas de vida de los pueblos originarios.
Su familia ha practicado métodos tradicionales de cultivo orgánico durante generaciones, pero hoy, las semillas transgénicas, los agroquímicos y la privatización de la tierra amenazan su supervivencia.
Para Awex, esto no es solo destrucción ambiental: es borramiento. Un sistema basado en el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado sigue explotando a las comunidades indígenas mientras silencia su resistencia.
Awex cree en usar todas las herramientas posibles para amplificar las voces de quienes están en la primera línea. Sueña con un mundo donde la libertad, la justicia y la dignidad no estén dictadas por el poder, sino construidas por las personas que luchan por ellas.
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Emmanuel Ng’olepus lleva consigo las voces de su comunidad en West Pokot, Kenia — voces llenas de dolor, incertidumbre y resiliencia.
Fundador de Pads 4 Education, está decidido a mantener a las niñas en la escuela a pesar de los desafíos que enfrentan.
Proviene de una región donde la agricultura es un sustento vital, y ha sido testigo directo de cómo la crisis climática ha devastado los cultivos, profundizado la pobreza y arrebatado el futuro a las familias.
En un mundo de desigualdades extremas, donde algunos viajan al espacio mientras otros intercambian a sus hijas por comida, Emmanuel se niega a quedarse en silencio.
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Fatima-Zahrae Tarib creció rodeada de los ricos paisajes de Marruecos, desde el mar hasta las montañas, con un profundo amor por la naturaleza alimentado por las visitas al pueblo de su abuelo.
Pero el día que regresó y encontró que los animales habían desaparecido y los cultivos se habían marchitado por la sequía, el cambio climático se volvió algo personal.
Decidida a actuar, Fatima-Zahrae buscó a otros activistas climáticos en todo el mundo árabe y el norte de África, comprendiendo que las soluciones deben surgir desde dentro de sus propias comunidades.
Su camino la llevó a los movimientos internacionales por la justicia climática, donde encontró esperanza en la fuerza de los jóvenes que luchan por el cambio.
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Para Gina Cortés Valderrama, la lucha por la justicia significa poder colectivo para desmantelar el sistema imperialista que perpetúa las cadenas del racismo y el intercambio desigual entre y dentro de los países.
Es una defensora y activista colombiana que trabaja en la intersección de la justicia climática, racial, de género y económica, explorando el decrecimiento y la desvinculación como caminos hacia una transformación sistémica.
Como miembro del Comité Facilitador de la Circunscripción de Mujeres y Género de la CMNUCC, promueve una visión de la justicia que va más allá de las políticas: una que desmantele los legados coloniales, desafíe los sistemas económicos de explotación y ponga en el centro una vida digna dentro de los límites planetarios.
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Para Khairdeen Debea, la crisis climática no es un tema abstracto, sino una realidad vivida.
Proveniente de Gabes, Túnez, un país que sufre una grave escasez de agua, ha visto de primera mano cómo el aumento de las temperaturas y la desaparición de las fuentes hídricas amenazan tanto la tierra como a las personas que dependen de ella.
No está dispuesto a esperar. Sabe que el Sur Global -especialmente África- enfrenta las consecuencias más duras del cambio climático.
Para él, la lucha es clara: se trata del pueblo contra los poderosos intereses económicos. Khairdeen cree en el poder colectivo.
Las personas más afectadas deben unirse, hablar con una sola voz y exigir justicia - no solo palabras, sino acción.